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¿Hacia dónde debe crecer el Metro?

  El Ministerio de Transportes se encuentra evaluando extensiones de la red de Metro hacia Quilicura, El Bosque y Puente Alto (en el sector Bajos de Mena), y se espera que en los próximos meses de a conocer su decisión. En el gobierno anterior el plan era distinto. Las nuevas […]

 

Ivan Poduje

Ivan Poduje

El Ministerio de Transportes se encuentra evaluando extensiones de la red de Metro hacia Quilicura, El Bosque y Puente Alto (en el sector Bajos de Mena), y se espera que en los próximos meses de a conocer su decisión.

En el gobierno anterior el plan era distinto. Las nuevas líneas se proyectaban hacia Estación Central, Vitacura y Pudahuel, y hoy algunos especialistas piden más Metro en el barrio alto, debido a sus altas tasas de motorización o las presiones que ejercen los vecinos.

Con esta variedad de opciones, es fundamental que el Estado tome una decisión ponderando todos los beneficios sociales generados por Metro y no sólo el ahorro en los tiempos de viaje, como ocurre en la actualidad.

Un beneficio relevante que se omite es la plusvalía y el mejoramiento del entorno urbano, pese a que explica -en buena medida- por qué las líneas 3 y 6 se están construyendo bajo tierra y no en viaducto a casi la mitad del costo, como ocurría en el pasado.

Tampoco se mide la capacidad de Metro de atraer inversiones en municipios de bajos recursos, la reducción de accidentes y emisiones contaminantes, o el valor del espacio liberado en la superficie, y que puede ser destinado a áreas verdes o espacios públicos, como indica Louis de Grange.

En otros países estas externalidades son evaluadas, al igual que la posibilidad de cofinanciar la inversión con negocios inmobiliarios donde Metro capta parte de las plusvalías que genera.

Además, se entiende como parte del beneficio social, la capacidad que tiene la infraestructura de reducir brechas de desigualdad integrando zonas vulnerables densamente pobladas, un objetivo que debiera ser clave en una ciudad como Santiago.

Si aplicamos estos principios y criterios, las próximas extensiones de Metro debieran ir hacia Quilicura, Pudahuel y Bajos de Mena, ya que todas presentan problemas de conectividad, segregación social y altas densidades poblacionales que justifican la inversión bajo el criterio de reducción en los tiempos de viaje.

Otra prioridad debiera ser descongestionar la Línea 1, y para ello urge ampliar estaciones de intercambio saturadas, como Los Héroes o Tobalaba, aplicar estrategias de tarifa para desincentivar el uso en horarios punta y construir líneas paralelas en tramos críticos como Las Rejas-Baquedano.

En ningún caso Metro debe extenderse hacia el barrio alto como primera prioridad, especialmente en comunas ya cubiertas por varias líneas, como Providencia y Las Condes, o que no tienen empleos y servicios que atraigan viajes relevantes, como ocurre con Vitacura y Lo Barnechea.

Por último, debiera exigirse que los municipios beneficiados por una nueva línea eleven las densidades habitacionales en las cercanías de cada estación, a fin de multiplicar el número de hogares que pueden aprovechar los enormes beneficios que genera esta obra pública.