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SANTIAGO A MEDIO CAMINO

EL reporte Global Metromonitor elaborado por The Brookings Por Ivan Poduje, Arquitecto, magíster en Desarrollo Urbano y profesor UC. Institution identifica las áreas metropolitanas de mayor crecimiento a nivel mundial. En su medición 2010 –2011, Santiago presenta resultados que prácticamente reflejan la existencia de dos ciudades: una dinámica y pujante […]

EL reporte Global Metromonitor elaborado por The Brookings

Por Ivan Poduje, Arquitecto, magíster en Desarrollo Urbano y profesor UC.

Institution identifica las áreas metropolitanas de mayor crecimiento a nivel mundial. En su medición 2010 –2011, Santiago presenta resultados que prácticamente reflejan la existencia de dos ciudades: una dinámica y pujante que obtiene un meritorio noveno lugar en el ranking de “crecimiento rápido”, y otra atrasada y deprimida, que cae estrepitosamente al puesto 182 de 200 cuando se mide el ingreso per cápita.Esto demuestra que la capital sigue siendo muy pobre en comparación con las principalesmetrópolis, y que si bien avanza rápido, aún debe recorrer un largo trayecto para ser esa “ciudad de clase mundial” que algún intendente prometió. Este camino no debe confundirse con el anhelado “desarrollo” tan en boga por estos meses, ya que el ranking Brookings es demasiado básico para reflejarlo: abusa de los promedios y sólo mide el crecimiento del empleo y el ingreso, sin analizar su calidad ni su distribución.

Tampoco considera otros factores que son relevantes al momento de cualificar el crecimiento metropolitano. En algunos, Santiago destaca internacionalmente como ocurre con su red de infraestructura, su clima o sus telecomunicaciones; pero en otros sigue pegado en el subdesarrollo, como sería el caso de la segregación socioespacial, la escasa cobertura de áreas verdes o sus obsoletas políticas urbanas.

Con estas limitaciones de enfoque, la única conclusión que podemos sacar en limpio de este ranking es que nos encontramos amitad de camino, como anticipó el economista Alexander Galetovic hace algunos años. Un aterrizaje de humildad para los autocomplacientes y una dosis de optimismo para los sufridos autoflagelantes.