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Nuevos Parques para Santiago

Es destacable que la inversión pública se focalice en comunas de bajos ingresos con carencias históricas de áreas verdes y equipamientos recreacionales. Luego de años de espera y varias postergaciones, el gobierno inició las obras del parque inundable «La Aguada», un proyecto muy positivo para Santiago, que fue desarrollado por […]

Es destacable que la inversión pública se focalice en comunas de bajos ingresos con carencias históricas de áreas verdes y equipamientos recreacionales.

Ivan Poduje

Luego de años de espera y varias postergaciones, el gobierno inició las obras del parque inundable «La Aguada», un proyecto muy positivo para Santiago, que fue desarrollado por un equipo de la UC liderado por el urbanista Pablo Allard.

Además, se anunció la construcción de tres parques que venían de gobiernos anteriores, como La Cañamera, La Hondonada y Lo Errázuriz y que se suman a la positiva reformulación del «Mapocho Navegable», que rebautizado como «Renato Poblete», centrará su intervención en un sitio eriazo para dar continuidad al parque de Los Reyes, habilitando un balneario urbano con lagunas, recintos deportivos y programas culturales.

Estos anuncios entregan varias señales positivas. Primero es destacable que la inversión pública se focalice en comunas de bajos ingresos con carencias históricas de áreas verdes y equipamientos recreacionales. Además, estos parques generarán beneficios urbanos y ambientales de magnitud, al reconvertir pasivos urbanos y áreas degradadas de larga data. En La Cañamera el parque reemplazará viviendas sociales que fueron demolidas por su mala calidad, lo que debiera ser la punta de lanza para un plan de recuperación del distrito Bajos de Mena, donde viven 122.000 personas en condiciones preocupantes de pobreza e inseguridad.

El caso de Lo Errázuriz es igualmente importante, ya que transforma un vertedero de basura abandonado hace años, mientras que La Aguada hace lo suyo con una antigua cloaca abierta que fue recuperada sanitariamente con un colector interceptor. Esta obra, sumada a la Línea 6 del Metro y la futura autopista Costanera Central debieran abrir un nuevo polo de desarrollo que romperá con el estigma que acompañó por años a la «Costanera de los Pobres», abriendo interesantes oportunidades para reciclar áreas industriales cercanas.

Para materializar estas ideas quedan varios temas por resolver. Lo primero es sincerar los plazos, ya que será imposible que estos parques estén terminados en 36 meses como se ha anunciado, tanto por su complejidad constructiva, como por las indefiniciones que presentan algunos proyectos como el «Renato Poblete», donde se puso una «primera piedra» sin que exista un proyecto detallado para iniciar la construcción.

Además, y tal como sugiere el editorial del miércoles de La Tercera, el gobierno debe asegurar los recursos para mantener estos parques y debe definir el organismo encargado de su administración, una tarea que sobrepasa con creces las capacidades de los municipios o el gobierno regional. Ambas condiciones son necesarias para asegurar la continuidad de los proyectos al margen de los cambios de gobierno, evitando el bochorno que ocurrió con el ex aeródromo Los Cerrillos, donde existe un parque nuevo de 50 hectáreas que costó US$ 30 millones y todavía no ha sido inaugurado pese a estar listo desde hace casi un año.

El sentido común indica que el parque de Cerrillos debiera ser el «buque madre» del nuevo plan anunciado, no sólo porque está listo, sino que porque cumple con los dos principios que inspiran al resto de las iniciativas: favorecer comunas populares sin áreas verdes y reconvertir áreas subutilizadas, asignándole usos de mayor beneficio social y ambiental.